Declaración de intenciones.

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Tenemos esa costumbre, tan bonita como dañina, de pensar en lo que haremos después de las doce uvas. En minutos, un año; "esta vez sí", y dibujamos los mapas del Olimpo. Da igual que no haya escaleras al cielo, cuando muera el último segundo tú apuesta al 16, cariño, que hoy no cobran por jugar. 
Por mi parte, tengo una lista llena de propósitos en blanco que sé, incumpliré. Tengo la esperanza de no cruzarme más equivocaciones de ojos verdes, de caerme un poco menos y un poco menos mal, de no tener que tender demasiadas lágrimas esta vez, de dejar de pagar de una puta vez los intereses de los demás.
(Y en altísimo secreto, de seguirme arriesgando la integridad por más camas sentidas).

En voz alta, sólo escribo: mis actos los guiarán mis pies. La experiencia, lo andando. Dicen, que no es una proposición sino la inequívoca verdad de los abrazos de cada día, de las miradas secuaces que dosifican mi felicidad. Como el beso de mi madre cada mañana, puntual. No me atormenta ningun futuro si sé que tengo un refugio en el amor de quienes me dan la vida, el camino, y los años. Lo único, lo único que quiero, es que no se derrumbe.

Ojalá el primero del mes ya esté ahí, burlándome de mí y mi arrogancia pasada, cómplice de lo que me espera. Conociendo lo que ignoro; con la certeza de la inocencia. 





Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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