Quizá, por sentirme tan pequeñita, a veces no me gusta.
No me gusta pensar que ser bueno ya no importa,
porque vas a recibir lo mismo que los demás.
No me gusta que la ilusión de compartir se rompa,
o que hay gente que promete pero luego no está.

Sí, soy caprichosa, porque sí, soy pequeñita.
Y aunque mi madre intentó enseñarme
que cada gesto es un regalo de la vida,
y yo sigo exigiéndole a la vida que me premie;
que me sepa compadecer cuando no soy tan alegre,
que por fin se me noten las mentiras.

Que él quiera besarme las cosquillas que no tengo.

Por eso,
 me reafirmo y me remiento
si me digo que ya no creo en cuentos
o que mi visión del mundo se acerca al acierto.
Por eso,
me escondo en un abrigo que me va grande,
en los zapatos de tacón de mi madre
e invento que soy ciento más que adolescente.

No puedo evitar que a veces sean ciegos.
No puedo desear centrarme menos en mí,
no puedo pedirle a una estrella que el peor defecto
por unas horas abandone mi cuerpo.

Porque soy tan tan pero tan pequeñita
que cuando me empujan caigo fácil,
y lloro cuando me raspo la rodilla.
Porque soy tan tan tan escurridiza,
que a veces me resbalo en una o dos alegrías

y rompo sin querer mi castillo de arena.





Un día vi ponerse el sol cuarenta y tres veces
-desde mi ventana del cercanías-.
Debí imaginármelo: Madrid.
Velocidad, instantante, repetir,
El sol cae y vuelve a salir;
El sol cae y vuelve a salir
Pero...
Nadie te avisa.
No hay manual de instrucciones para ser
Estudiantes sin prisa.
No hay cariótides que sujeten mi cuerpo
Ni el humo, que es símbolo del decrépito 
Estrepitoso en el que a veces,
caigo.

Es un ciclo.
Un periplo que no termina
Porque es la vida.
Perdonar para agradecer;
Perdonar luego agradecer.

Crecer.
El sol cae y salen los monstruos.
Soledades, salidas de emergencia,
agobios.
Su mirada cuando dice que no
puede con todo,
O la mía cuando me entristezco porque
no hay un yo sin un nosotros.
(por eso no siempre en mí soy yo).

Pero crecer.
Aprender a coger el metro a tiempo,
Hacer mejor los malabares con el dinero,
Y adornar postales con la cara B de 
la cara B del las ofensas que no merezco.

En fin, tampoco profeso,
es otro mi credo...

Pararme a saludar hasta al puto viento.
Gritarle que no me da miedo su negatividad,
Porque yo leí en el firmamento
Que soy mucho más fuerte que todo eso.

Que Madrid son cielo y ciento de momentos,
Ciento y cielo de abrazos 
que me gane aquí.
Puede que algún desprecio.
Puede que algún lamento por lo que dejé
Por el camino.
Me despedí entonces, y repito;
me vuelvo a despedir
De lo que me ha dado y da la mano.

La peripecia más casual del destino,
La casualidad que cada día encuentro.

Que lo que intento,
Con la sencillez más pura que tengo,
Es decir
Que os llevo a todos dentro.


--(The Verve - Bitter sweet symphony)--



Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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