Nadie se atreva a recriminarme
que escuche Sabina si estoy triste,
Cuando fuera llueve la suerte
Pero yo sigo sin querer mojarme.

Hace tiempo que pasó abril.
Y aunque me rodean las rosas
No soy merecedora de ellas.
Hace tiempo que vivo aquí;
melancolía.

La añoranza por el abrazo que no tengo,
El abrazo que no ve lo que siento,
Y que me obliga a quererme cuando
Aún 
no
entiendo.

¿Qué le aporta mi jardín,
A la selva del extranjero?
Para qué me sirve ser
Un peón sobresaliente,
Si la felicidad más pura vive
En melodías de adolescente.

"Hay caminos que hay que andar descalzo",
Hay tatuajes bajo la piel.
Y si crecer es llorar, vivir es agradecer.




Cuando la noche canta, Madrid camina más lento.
("Para que sólo tú la retoces").
Y si la piel tiene frío, pondrá el sol más cerca del horizonte,
Y si los ojos tienen mares, te pondrá más cerca a ti.

Cuando la noche susurra, sus palabras son de acero.
("Para romperla luego de amar").
Y si los cuchillos tocan alma, no habrá tregua de besos,
Y si los besos tocan coraza, se cansarán de besar.

Cuando Madrid amanece con hambre, gime la carne.
("Inesperada para mi voz").
Y si su corazón sonríe, se hace pequeño el calendario.
Y si las manos se encuentran...

 Yo abandonaré los "y si", mientras las manos se queden.
("Una cancion de los dos").



A veces se despierta
con un sol dibujado en la cara,
Y se presenta 
a los desconocidos como "Algarabía".
Esos días 
en los que sus pasos se besan solos
Y es a ella
a quien le reza el pan de cada día.

A veces abraza
tan intenso que se desborda,
Cuando se le escapa
el amor, y se queda vacía.
Si la revolución
es la valentía de enfrentarse,
Ella va.
Disparando poesia.

Todo, contra la profecía de mi piel.
"Si no lo evito, cada noche dormirá más fría.
Cada
Vez
Más 
Mía." 



No lo supe hasta que tuve el corazón en la mano.

Como todo en mi vida, no llamó a la puerta.
Navegó bajo las telas de mi falda,
Saco filo a cada vello y me dejó
con su nombre escrito en el rostro.
Como nada en estos días, me miró sonriendo:
Se sabía San Jorge, matando leyendas.

Yo,
Que no soy más que un pétalo,
En sus ojos reflejo la primavera.
Y en sus manos, melodías,
Si se despiertan poetas.

Es testigo el dormitorio,
Fue él quien suplicó el morir al tiempo.
Pero solo le escucharon mis demonios.

(Y no lo supe
hasta que tuvo el corazón en la mano).






La evolución nos puso los ojos en frente del horizonte. Y le hicimos caso. Pintamos una línea de esperanzas y sueños, pintamos nubes del color de las promesas. El horizonte es el sentido de nuestra existencia como sociedad: ya bien el mundo de las ideas o la Jerusalén celestial. Pero futuro, siempre es un futuro. No conocemos ni concebimos la estabilidad sin la distancia, sin la velocidad.

Pero el horizonte es ficción, una trampa. La división entre el cielo y la tierra nos lleva siempre ventaja, y se ríe de nosotros. Mañana puede que tropieces con una piedra, y dónde quedará tu cielo entonces. ¿Cuál es la necesidad de buscar un sentido? ¿Por qué tenemos que, inexorablemente, apartar de nuestras mentes la idea de que la mayoría de nuestras existencias serán irrelevantes, el absurdo de nuestro rol individual entre otros más de 7000 millones? La libertad está en la consciencia.

El obrero que se levanta cada mañana, encuentra en su oficio su significado. El estudiante que mira en sus notas el resultado de su esfuerzo, no se plantea su función más allá de la recompensa. El parado que, sumido en la desesperación, corre detrás de la oportunidad de una nueva ocupación, una nueva meta. Gastamos nuestras horas en eludir, en evadir, a nuestro propio ente y a su destino. No en vano se ha fingido creer que negar un sentido a la vida lleva forzosamente a declarar que "no vale la pena vivirla", a pesar de que no exista ninguna equivalencia obligatoria entre ambos juicios. El suicidio nace de la impugnación del absurdo. Porque cuando esta verdad cae sobre nosotros impacta como un peso incómodo, absoluto e ineludible.

A nadie se le ocurrió pintarnos los pies. La solución y la claridad está en encontrarnos como individuos, en vez de reflejarnos en nuestros méritos o aspiraciones. La postura más coherente es entonces, la rebelión: si ser consciente del agotamiento es agotarse, si librarse del peso de la vida es cargárselo a uno mismo; necesitamos una rebelión diaria que nos desafíe. Y la más difícil de todas ellas es aprender a sernos fieles, aprender a convivir con el absurdo, incluso aprender a disfrutarlo, para lograr crear. El arte es el aporte más esencialmente bello y trascendental. El arte de un pincel, de posar los labios en la boca exacta, el arte de sorprenderse; como fin en sí mismo. "Tenemos el arte para no morir de verdad".

Sísifo, debido a su impertinencia, estaba castigado a levantar una pesada roca hasta lo alto de una montaña, desde donde los dioses la harían caer y él debería volver a llevarla a la cima; eternamente. Pero Sísifo aprendió a amar cada grano de la piedra y hacerlo su propio mundo, llenó su corazón con ella. Y por ello, hoy lo imagino feliz.


Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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