Toulouse Lautrec.

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No lo supe hasta que tuve el corazón en la mano.

Como todo en mi vida, no llamó a la puerta.
Navegó bajo las telas de mi falda,
Saco filo a cada vello y me dejó
con su nombre escrito en el rostro.
Como nada en estos días, me miró sonriendo:
Se sabía San Jorge, matando leyendas.

Yo,
Que no soy más que un pétalo,
En sus ojos reflejo la primavera.
Y en sus manos, melodías,
Si se despiertan poetas.

Es testigo el dormitorio,
Fue él quien suplicó el morir al tiempo.
Pero solo le escucharon mis demonios.

(Y no lo supe
hasta que tuvo el corazón en la mano).






Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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