Es la primera,
La primera noche en la que decide rendirse y huir.
Él, que parecía el insaciable explorador de mis caminos,
el que profeticé cuando no supe ser luna.
Él, que me esculpió ligera ante las dudas,
Pero olvidó cómo volar.
No me mires así porque tú me arrancaste la piel,
Obligándome al espejo;
No me llores por un cuadro que pintaste sólo tú.
Te subiste al mundo, y la verdad te derribó;
Pero no te preocupes, somos muchos en el suelo.

Es otra más,
Otra de las noches en las que me pierdo en el cielo.
Otra noche frente a las constelaciones y su abismo.
Yo, que me siento irremediablemente atraída
Por el vacío del oscuro y por el brillo de las estrellas
Porque creo ver reflejada mi alma caída,
Carente de grises o del matiz,
Es blanco o negro,
Es amor o miedo,
Es...
Yo, que estoy a años luz
de toda su tierra de certezas.

Es el segundo
En que creíste ver en la oscuridad.

(Él) Es el siguiente,
La excepción que odia confirmar mi regla.
La consecuencia de taparse los oídos e intentar,
De creer que yo podía ser algo menos mar.





Cuando terminó de asomarse, 
cuando venció al vértigo; me regaló un pincel y un espejo.
Pensé:

-Puedes pintarte flores.
Píntate la sonrisa que vendiste
a cambio de la estabilidad,
Pintarte triste.

Píntate heridas,
Llena tus manos de caminos y
Avísales del daño que causa
El terciopelo herido.

Píntate bella, corazón.
Píntate sin arañazos y sin metal.
Píntate alas nuevas,
No digas que son de cristal.

Píntate valiente, mi vida.
Píntate las dudas y di que no están,
Píntate libre y volando
Aunque te ahogues de mar.

Pero algún día, tendrás que mirarte,
y no habrá flores ni llagas,
ni a donde escapar.
Algún día, tendrás que escucharlo,
y no habrá excusas fugitivas.
No habrá.


Abandonaré ese pincel, lo prometo. Cruzaré el abismo, robaré el fuego.
Pero hasta entonces, el reflejo se escucha partirse. 
Y yo sé que cuando se rompe, nunca te mira igual...
                    (Si te rompen, nunca te miras igual). 




 

Si tan sólo pudiese eternizar cada segundo.
Detener el transcurso del pasado, 
olvidar la amenaza del futuro;
Si simplemente pudiese quedarme
con el tacto de sus labios frágiles,
Aguantarle un ratito esa mirada de luz
que destierra de mi alma la noche;
si dejara de empatizarme con las desgracias del mañana,
Si no tuviese conciencia y no hubiese crecido,
si aún no conociese el dolor de amar otra vida;
Si olvidase mi síndrome de corazón pequeño
que de todo se enamora y de todo se olvida;
Si él me permitiera escuchar cada sístole de su latido 
y convertir en refugio su pecho, su abrazo infinito;
Si no sintiese en mis manos el peso del universo,
si no supiese que no merezco tener para mí el sol.
Si tan sólo su voz no acariciase mis temores...

Entonces, sólo entonces, podría reconocer que es amor.




Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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