Porque me hiciste mucho más fuerte.
Me hiciste trabajar un poco más duro.
Me hiciste mucho más sabia.
Asi que gracias por hacerme una guerrera.
Me hiciste aprender rápido.
Hiciste mi piel un poco fina.
Me hiciste mucho más lista.
Asi que gracias por hacerme una guerrera.



Recapacita, amor. Piensa en lo que tanto querías, y dime porque ya no vale la pena. Piensa si vas a seguir adelante, y cargar con todo, o si ya es demasiado. Porque, ¿sabes que? A veces es demasiado. Hay veces en  las que uno no puede continuar luchando. A veces el cielo que te prometieron se te cae encima, pedacito a pedacito, y es muy dificil de reconstruir por uno mismo.

No me confundas, no hablo de rendirte, te hablo de recapacitar. Nada que te saque más lágrimas que sonrisas merecerá tu esfuerzo. Ningún estúpido segundo, minuto o momento de euforía, servirá a cambio de horas, días, y eternidades de lamentos. Ninguna persona, ningún sueño, ninguna promesa. No, amor, nada.

Recapacita. Porque, lo siento, pero a veces las ilusiones se rompen, y entonces, es cuando me doy  te das de bruces con la realidad.

Y me duele, y tanto que si duele.


Parecía que el aire cambiara cuando Elle se acercaba. Era como si la calle supiera que la reina de las esquinas se aproximaba... La "Pretty Woman" de París. La aspiración de los vírgenes jóvenes, la lujuría de los cuarentones casados, y  las fantasías de los ancianos.
Elle no tenía excepciones. No discriminaba bolsillos.

Y Jota miraba el reloj, observándola pasar. Esos zapatos negros de tacón de aguja iban de estreno. Elle; tan puntual como siempre, y tan bella como nunca. Sabe que Elle jamás se fijó en su presencia, aunque ya eran tantas las veces que la fue a ver, que había perdido la cuenta. Y también sabía, que la seguiría hiendo a ver eternamente. Cuantas veces soñó con esas piernas de vértigo, entre sus sábanas. Cuantas noches paso en vela, fantaseando con acariciar sus manos. Con esa boca resbalosa y juguetona. Con esos ojos, que en el fondo, denotaban tristeza. Elle era... Elle. Y no tenía palabras que le hicieran justicia.
La amaba. Sí, la amaba y no la conocía.

Por supuesto que no era amor a primera vista. Hoy se hacían dos meses desde la primera vez que la vio pasar por Bd de Clichy, dirección Moulin Rouge, su esquina.
¿De quién sería hoy el bolsillo del afortunado?

Un coche paró frente a ella, y tras un minuto conversando con su conductor, Elle abrió la puerta trasera, y se montó. Jota observó el vehículo marcharse hasta que se mezclo con las luces de la noche, y se hizo imperceptible.

Ahí acababa su trozo de soñado paraíso para él. Por esta noche, claro.



-Dame otra calada.
-No.
-Dame otra puta calada.
-Me he gastado una pasta, y tu te estas fumando todo de gratis. Esta es la última.

Y mi boca vuelve a tener ese sabor verde, para quitarme el tuyo. Mis ojos siguen rojos, pero por lo menos esta vez, ya no es de llorar. Me intento poner de pie, me caigo, y decido bailar en el suelo. Mis manos se mezclan con el humo, y se mueven con la música. Siento como que floto, y creo que sonrío. Sí, definitivamente estoy sonriendo. Le doy un trago a lo que tengo en el vaso, que mezclado con el sabor de la droga, es insípido. El chico de en frente tiene un buen culo, pero no mejor que el tuyo. Me tiro del todo al suelo, y las luces del techo me hipnotizan. Me parece que el que estoy viendo a lo lejos eres tú. ¿Estás bailando con ella? No, la estás besando.

Pero da igual. Ya todo da igual...

-Dame otra calada.




Y entonces, las cadenas que voy arrastrando se hacen más pesadas...
Son más las personas que me niegan su ayuda. Que vuelven la vista.
Que cierran el puño, y apartan la mano.
Poco a poco, veo como todo se va distanciando. Todo se consume.
                                                                             Más carga, más peso, más dolor.





Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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