No me confundas, no hablo de rendirte, te hablo de recapacitar. Nada que te saque más lágrimas que sonrisas merecerá tu esfuerzo. Ningún estúpido segundo, minuto o momento de euforía, servirá a cambio de horas, días, y eternidades de lamentos. Ninguna persona, ningún sueño, ninguna promesa. No, amor, nada.
Recapacita. Porque, lo siento, pero a veces las ilusiones se rompen, y entonces, es cuando me doy te das de bruces con la realidad.
Y me duele, y tanto que si duele.