Tus manos no tienen la culpa
De que tu cabeza se portara tan mal.
Quizá por eso las extraño a ellas más que a ti.
Tu piel no me dejó despedirme,
Ay la última vez que la toque
estaba envuelta entre capas,
Entre lágrimas que olvidaste de nuevo.

No te equivocabas en que hay besos sin boca.
El cariño que te tengo lo gritan todos mis poros
Mientras mis oídos pitan de incoherencia y así, 
otra vez más
quedarme sin saber cómo decirte que te extraño.
Que yo también me equivoco.
Que yo también me presiono.
Y que me arrepiento (aunque no debo) de todo.

De las mil maneras que podría haber actuado,
De poder haberte dejado en esa estación,
Desolado,
Y  no cruzarnos de vuelta.

Pero me enorgullezco de no esconder que lloro
Porque no me enamoré de ti
Sino de tu sombra.
Y eso es lo que más añoro.


Quizá en ese momento entendí una promesa atemporal, y ahora sólo veo una planta llena de barreras, protegida, y tratando de defenderse de cualquier roce.

Sé que también soñabas con el día en que floreciera, los dos aguardábamos con esperanza e ilusión. Pero no pasó. Te entregaron flores y las marchitaste. Sigo pensando que intentaste cuidar de ellas, no tuviste la culpa. Simplemente, no sabían que guardaban dentro la capacidad de ser hermosas ellas solas. Y al final, de tanto buscar la felicidad en la mirada de quien las ama y la adora, se olvidaron de que también poseían lo que admirabas. Se marchitaron.

Sin embargo, esa planta seguía siendo bella. Sí, cuando pinchaba, sin flores, y yacía convertida en un rastrojo entre las piedras, indiferente. Seguía siendo bella porque estaba viva, aunque se perdiera la admiración con que la contemplaron, pues ya no era apreciable su color ni su fortaleza. Ya no estaban las flores. Supongo que te olvidaste de todas las veces que brillaron.

Y así, se secaron las ilusiones con las que prometiste alimentarlas. No te hacían feliz, y las apartaste, en busca quizá de un jardín que no alterara tu vista ni tu futuro, que no te mirara a ti cuando querías mirar hacia delante. No lo comprendiste en ese momento, pero sólo los girasoles cambian su rumbo con el sol.

Sin embargo, es difícil contarle a un cactus que va a morir, porque le prometieron nacer para siempre. Sobrevivir, ante la lluvia o la nieve, aunque queme el sol y arranque el viento: seguiría. Así que tuvo que darse cuenta sólo, mientras se ahogaba, y seguía lloviendo, y se ahogaba, y se ahogaba...

Quizá por eso, se regalen rosas. ¿Te acuerdas que nunca quise? Pues ahora lo entiendo. Mueren rápido, pero son hermosas, increíblemente hermosas mientras viven. Y sin embargo, nadie regala rosas pensando en su eternidad. Ahí radica su más pura esencia, pues ya avisan: nada es permanente.

Por eso yo, en un alarde de amor propio, me he regalado flores. No son rosas, no son las más bellas; son pequeñas, quedan decenas de ellas por descubrir, pero todas son diferentes. Las esconde una gran maleza de hojas que hacen casi inapreciable su esplendor si no las observas con paciencia. No tienen pinchos ni barreras, crecen desprotegidas y son frágiles, quizá desconocen el dolor de tener que mantenerse imperecederas. Las amo, porque mis flores no son perfectas, no vivirán para siempre. Pero cada una que se abre y nace es una promesa de vida.


Fortuitamente, cuando no las observo, florece una más.




Enciendo la mente. Dan pronóstico de lluvias.

Apago. Pienso: "Con este frío, va a helar".

Asiento. Y nononono n o n o quiero n o entiendo-en-ciendo peroperopero acabocediendo.

Ahora hay anuncios.

"Marta es cliente Día y ya tiene su tarjeta de fidelidad, ¿a qué esperas para conseguir la tuya, 
zorra promiscua?"
"Vehículos de ocasión. Vende tu Seat Altea y llevate una depresión ¡completamente gratis!".
"¡Si llama ahora le devolvemos sus sentimientos al precio de uno!".

No hago caso. 
Sigo pensando en si debo o no limpiar el polvo.
¿El de su casa o el de la mía?
Ment     -ira.  
E S M E N T I R A.
No quiero que rime. hoy no es bonito.
y
aun
así
R I  M A M Orque estoy hablando de ti.

En ningún lado venden bombonas de oxígeno de marca blanca. 
En ningun lado compran mi hambre de segunda mano servida en primera. 
Y en todos sitios hay stock de siluetas de carton-piedra para el caballero y la poligonera. 

Hoy el viento y yo hemos tonteado para no-cenar 
y me congelo 
y no siento ni los pies ni el alma ni el cerebro
ni el muslo ni la lengua ni el gemelo
ni la cosa ni el bicho por el putísimo invierno. 
(Inviernillo no, que no lo quiero).

No tengo sentido y no me apetece que lo busques,

como con las cosquillas o tirarse de un puente.
como un budista follándose a un genocida.
como con andar de cuclillas por fuego ardiente
para no despertar a la princesa que está dormida
y sueña con el calibre de una A.K.A 47.

no tengo remedio y ¡no hace falta QUE lo busssssques!
¡¿O esssso quieresss? 
Puesss que trissste eressss. 
SSSSSSSigo diciendo mierda para no hablar de verdad,
¿has visto que bien se me da?

(quita que ya lo hago yo, 
si quieres que se hagan las cosas bien hazlo tú mismo 
porque luego siempre me fallas hasta cuando 
te fallo yo llo yo (l)loverá mañana quizá).

DECÍA que a qué voy yo y lo encuentro
porque mi dignidad y mi respeto, 
mi suerte y mi mes de enero se están ahogando por el nudo de mi garganta.
muriendo muriendo y a ver si lo mato.
que ya demostraré mi inocencia dentro de un rato.
ahora que estoy muy perra y no tengo gato creo que el recato
 es una gilipollez
 aunque me guste la lencería fina.


"Fin de los anuncios. Seguiremos informando".


Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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