Yo te creí.
Quizá por eso el dolor arde tanto.

Te creí cuando juraste entregar tu vida,
te creí cuando el miedo no te pesaba tanto,
te creí cuando Afrodita no me hacía justicia,
te creí en el abrazo al volver a casa,
te creí cuando nuestro encuentro era el nombre del futuro,
Habana,
te creí cuando hablabas de campanas,
te creí cuando por un mes dijiste no juzgar,
cuando prometiste estar dispuesto a enseñarme y a aprender,
a caminar, al dolor, a crecer, a amar...
Yo te creí cuando me enseñaste a sonreír,
te creí cuando sufrías por verme llorar.
yo te creí cuando creí que te importaba
más que el ego, más que el orgullo,
más que la mentira y la falsa piedad.

Yo te creo.
Aún, ahora, que me has gritado que no,
que el viento de la corriente es más fuerte que tu voluntad,
que el miedo pesa más,
que los abrazos sólo los quieres en los momentos buenos,
que ya no te importa volver sólo a casa,
que los futuros están muy lejos y no se oyen las campanas.

Yo no quiero creerte todo lo que me gritas
porque soy así, chiquitita, inocente,
y creo en la gente y creo en creer.
Creo firmemente que me merezco ser feliz,
igual que tú.
Creo que es inútil negar un amor presente
y futuro
aunque pretendas ser invidente,
aunque el camino sea duro.

Y es por ello que aunque me cause dolor,
yo creo en ti.
Incansablemente,
indudablemente,

eternamente.
Porque no puedo asumir la oscuridad
si sé que tú eres el sol.


Querido Ulises:

Sé que estás lejos de casa.
Sé que el cielo está nublado y no se alcanza a ver el puerto
que guiaba tu mirada.

Sé que hay monstruos fuera.
Sé que la guerra es dificil y que usas
mi recuerdo como arma.

Pero es el cielo y no un monstruo
el que nubla la batalla.
Y si se torna gris y espeso yo no puedo hacer nada
ulises
yo no puedo   hacer   nada.

No puedo pedirte que esperes al sol y esa es mi condena.
No sé dónde amanecerás cuando mi cielo amanezca.
Quizás ya muy lejos, luchando en otras tierras.
Quizá te olvides de Ítaca y de la que juraste tu bandera.

Yo no puedo pedirte que te quedes
hasta que pase la tormenta.

Ahora bien,
yo seguiré aquí.
Como lo estuve cuando zarpaste y prometiste no volver
yo seguiré aquí.
Como lo estuve cuando no me amaste
y lo prometiste no hacer,
yo seguiré aquí.

No elegí a Ítaca como patria
pero la encontré en tu sentir.
Y no es mi decisión abandonarla
sino mi suerte acompañarla.
Entiende, que yo no puedo elegir escapar
si mis pies nacen donde pisan los tuyos.

Navega libre amor y si quieres busca otros cielos mañana
yo hace tiempo decidí que mis raíces quedaran
aquí sepultadas.

Y si tú me apartas mi alma va a acompañarte
simplemente,
porque así lo prometió.

"El Reloj no anda hacia atrás, ni siquiera se nos permite la pausa
tic tac tic tac
en la tormenta el tiempo es una broma macabra [...].

Suenan las campanas anunciando ya mi hora, 
corpóreo y sepulto parece que llora.
Lágrimas recientes en mi piel inerte, el grito de mis ojos
por no poder volver a verte.
Yo te amaré hasta en el más allá, allí te esperaré con mi chilaba blanca.
Si no me perdonas no descanso en paz,
yo siempre estuve enamorada de tu alma.
Soy la encargada de tu felicidad,
pongo toda mi bondad en la balanza, pero no alcanza...".


William Turner.

Te he escrito mil poemas, lo sabes,
pero ningún fue tan vulgar
como para dejarse ver por aquí.

Hoy, como siempre, yo te pienso.
Quería escribir para recordarles a las flores
que me prometieron girarse si pasabas
y quizá alguna sembrarte recuerdos de mí.

Le ordené a los ojos que hacen tu rutina
que no se pierdan tu sonrisa al alba.
Se lo prometo, señores,
un auténtico fenómeno de la naturaleza.
Una mezcla tan pura
de ternura y simpleza que
destierra inminente mis temores.

Le solicité al diccionario
que incluyera tu nombre como adjetivo.
Es lógico,
yo no puedo describirte tu plenitud,
como no puedo describir por qué yo vivo.
Y si me preguntaras por qué te quiero
contestaría "porque eres tú".

Amor, acaríciame un poco más el alma,
que hoy afuera hace frío
y apenas tenemos mil kilómetros de distancia.

Amor, yo no sé describir la magia.
Pero estemos dónde estemos
siempre serás tú mi patria.






Yo no puedo explicarle el amor
a alguien que no te conoce.
A quien no nos ha visto abrazados
hasta en el más fugaz de los semáforos.
A quien no me ha mirado mirándote;
A veces a oscuras, a veces a escondidas,
Pero siempre soñando.

Yo no puedo explicarle el amor
A quien no se le rompe el corazón en los aereopuertos.
Esperando, mientras se entromete
en los abrazos ajenos;
Y después, cuando se me escapan las lágrimas
Pensando cuando será la próxima vez.

Yo no puedo explicarle a quien te ve todos los días,
Que yo moriría por contemplarte
aún sin tocarte, sonriente, mientras cambias el mundo.
Tú, que sin deberme nada al mismo tiempo
te convertiste en mi mayor orgullo.

Yo no sé expresarle su suerte y mi envidia
Al vacío con que amaneces en tu cama.
Tampoco al futuro tú que caminará otra vez de mi mano,
Otra vez,
Deteniéndonos en cada semáforo,
Otra vez,
Con más ilusión que racionalidad,
Otra vez,
Compartiendo cada respiración que por ti nace.

Yo sé que el destino aún lo divisamos lejos,
Y que la cordura más.
Pero al que no ha vivido un amor
Que le haga llorar solo por mirarte,
No le tengo nada que explicar.


Ojalá ser menos yo.
Menos sensible, más coherente,
menos volátil, más fuerte.
Menos corazón, más mente,
menos de todos y más mía...
Ojalá no tener miedo
de que se apague el fuego.

Pero quizá hoy te admiro un poco menos.

Ojalá no sentir como una amenaza así
tu vuelo.
Ojalá, la facilidad de volverme cuerpo,
entregarme y abandonarme al riesgo.

Por primera vez en mi alma
corre la vanidad de su pasado y mi celo.
María, virgen, cae muerta;
despierta el infierno.

Ojalá hallar en mí una fortaleza,
creer en un amor que no me tengo.
Avanzar un poquito más rápido
y retroceder un poquito más lento.

Ojalá, ojalá, que no me paralizara así el miedo.
Ojalá, ojalá, no me asustará tanto el suelo.
Pero me cuesta levantarme,
me cuesta más que al resto...
Y me cuesta quererme,
me cuesta tanto que no puedo.



En este chiste que hay quien llama vida,
alguna vez encontré ternura en tu nombre.
Y lo hallé todo, mi amor.

Hallé lo divino, construido y esculpido
A la medida perfecta
Para el ala rota que lloraba otras tristezas
Y que abrazaste hasta sanar.

Yo he volado a tu lado, cariño.
Y es por eso que no conozco 
Una definición más perfecta del amor
que tu libertad.

Por eso tu nombre siempre se mezcla
Entre mis halagos;
entre mis ojos condenados a buscar
cuál fue el error.

Quizá el mundo no estaba preparado
Para vernos pasar desafiando el estigma
Con la desidia de quien sabe que no necesita
Más que su cuerpo 
y su calor.

Nos revelamos ante la norma de la cordura,
Y yo me enamoré de eso:
De su sonrisa, de su mano, de su beso,
De su mar, de su amanecer, de su pensamiento,
De sus esperanzas y de su ojo izquierdo,
De sus palabras y de su acento.
Yo, 

me enamoré de eso.

Ahora lloro entre los cajones de mis recuerdos.
Rescatando malos momentos que,
por mucho que busco,
Todavía
No
Encuentro.

Ojalá atreverme a gritarte
Que si no hay valientes yo los invento.

Para aferrarme a un motivo, a un silencio,
A una desilusión o a un lamento
Que me explique por qué abandonó mi faro
Su barco velero.

Seguiré callada, calladita en silencio.
No te preocupes, mi sol,
No te preocupes, mi cielo.
Si hace falta, 
ya sueño yo por los dos.

Espero que la felicidad se convierta en tu puerto.





Nudo fiero en la garganta.
Está vez no es el idioma
Sino la lengua la que falta.

Los ojos llorosos y brillantes.
Créeme que no es debilidad sino
la certeza de amarte.

Mi corazón está contigo,
Contigo, contigo, contigo, contigo.
Donde quiero estar yo y no puedo.
Suerte que mi alma está en tus libros,
En tu cama, en tu ventana, 
En la Provenza, en los niños,
En mi llave y en el arte,
En las canciones y en tu respiro.

Yo sé que el futuro te asusta
Y no quieres verlo.
Que me cierras los ojos 
Porque mi mirada te da miedo.

Pero escúchame bien,
Aún en mitad de la noche seguiría 
Identificando tu latir.

Así que da igual si me arrancas la luz.


A mí me gustaría cantarte hasta que me sangre la voz,
O hasta ahogarme de risa.

A mí me gustaría pintarte hasta inventarte de un un nuevo color.
Poder entonces mirarte con los ojos cerrados.

A mí me gustaría acariciarte hasta que amanezca al otro día,
Bañados de sudor profano.

A mí me gustaría guardar cada palabra tuya en un poema,
Escribir cada despertar tuyo en poesía.

Nuestro destino es resultado de la ironía
De querernos así sin vernos,
De llevarnos así sin tenernos,
De llorarnos así sin sentirnos.

El mundo no me da miedo a tu lado.
A tu lado, cielo.
A tu lado, vuelo.


Son las tres de la mañana.
Madrid esta dormida,
Oscura,
Callada.

Me asomo al silencio.
Y contemplo el sueño ajeno
Desde mi ventana.

Así atisbo otra luz,
A lo lejos,
Cercana.

Comparte conmigo la incomprensión.
Otra claridez rompiendo la nada.

Queda esperanza.

Yo me voy a dormir.

(La Luz aún no está apagada)





Es más tarde de lo que debería,
Más tarde de lo permitido
Y de lo recomendable.
Pero quería pararme un momento,
Un segundo, a recordarme.

Hoy me he levantado tarde,
Otra vez, más de lo que debería,
De lo socialmente aceptable.
Pero hoy he visto tantas sonrisas,
Tantos ojos importantes para mí...

He escuchado la voz del amor eterno,
El que perdona y quiebra su ley.
La voz que amamanta porque quiere,
Y porque no puede dejar de amar.
He escuchado la voz del amor concreto,
De la promesa de cama y ofrenda
Por un corazón ex profeso 
(Para mi).
He escuchado la voz del amor elegido,
Los que comparten mis días
Y siembran de flores los caminos.
A vosotros siempre os guardaré
Los tallos donde crecimos.
Y por último,
He escuchado la voz del amor al arte;
Que me colma el espíritu de libertad,
Que me ahoga las manos de expresión
Y me ciega los oídos en su virtud.
Tan bella, tan bella, tan ella, tan ella...


Sin avisar.
Llegaste, apareciste, y sentíamos flotar
Un mar de aroma en el Caribe.

Lo llamaste sueño.
Y fue al aproximarnos para acariciar
La realidad, que confirmamos
En cada caricia que tu piel escribe.

En cada beso,
En cada metro,
En cada palabra que abre camino.
En cada barrera,
En cada frontera;
Derrumbada, como burla del destino.

Cuántos recuerdos desconocidos.
Cuántas variables que no alcanzamos,
Y cuántas tristezas por lo no sufrido.

Pero lo llamaste sueño,
Y los sueños son eso:
La máxima ilusión y fantasía,
Acompañada con la repentina caída
Del brusco golpe de la verdad.

Cae también el romanticismo
De descubrir tus cicatrices más belllas,
Los secretos que aún no conozco de tu cuerpo,
Y caen las miradas futuras,
(De ellas no tengo nada que explicar).

No sé,
yo te adoro cuando me abrigas,
Cuando desnudas mi esencia y
Despiertas a mi sonrisa.
Si cantas a mi seguridad con
la pasión que guía toda tu vida.

Y tú, tú...
Tú eres el vorrei
que alimenta la magia y las bocas.








Hoy te he intentado escribir una canción,
Por todas las que nunca te compuse.
No he podido.

Pocos inviernos han sido más fríos
que lo que no me atrevo a llamarte alma.
Pocos recuerdos más míos,
Que los que no estoy segura de compartir.

Sí, aprendí;
Aprendí que no sé tanto,
que no sé de siglos ni de sitios 
por los cruza el río Guadalquivir.
Aprendiz,
Tan poco experimentado en llanto,
Yo muero entre tus mitos y libros
Porque nazco sintiéndome vivir.

Quedan cenizas, brisas,
visiones en las cornisas de un adiós volado.
Queda la pena de que quiero
Hablar de ti y no puedo,
Porque si escribo amar, me nombro a mi.

Tú no entiendes absolutamente nada
De cómo late un corazón, amor.
Pero me hiciste volar en su aroma
Y me queda la estrella
Que no te sigue,
Que ya no existe,
Que no promete,
Que no luce,
Que no duele.

Pero que está esperando que vislumbres
Para que seas tan terriblemente feliz;
Que me da igual si crees que miente.

Cierro paréntesis. (Hasta siempre).


Tus manos no tienen la culpa
De que tu cabeza se portara tan mal.
Quizá por eso las extraño a ellas más que a ti.
Tu piel no me dejó despedirme,
Ay la última vez que la toque
estaba envuelta entre capas,
Entre lágrimas que olvidaste de nuevo.

No te equivocabas en que hay besos sin boca.
El cariño que te tengo lo gritan todos mis poros
Mientras mis oídos pitan de incoherencia y así, 
otra vez más
quedarme sin saber cómo decirte que te extraño.
Que yo también me equivoco.
Que yo también me presiono.
Y que me arrepiento (aunque no debo) de todo.

De las mil maneras que podría haber actuado,
De poder haberte dejado en esa estación,
Desolado,
Y  no cruzarnos de vuelta.

Pero me enorgullezco de no esconder que lloro
Porque no me enamoré de ti
Sino de tu sombra.
Y eso es lo que más añoro.


Quizá en ese momento entendí una promesa atemporal, y ahora sólo veo una planta llena de barreras, protegida, y tratando de defenderse de cualquier roce.

Sé que también soñabas con el día en que floreciera, los dos aguardábamos con esperanza e ilusión. Pero no pasó. Te entregaron flores y las marchitaste. Sigo pensando que intentaste cuidar de ellas, no tuviste la culpa. Simplemente, no sabían que guardaban dentro la capacidad de ser hermosas ellas solas. Y al final, de tanto buscar la felicidad en la mirada de quien las ama y la adora, se olvidaron de que también poseían lo que admirabas. Se marchitaron.

Sin embargo, esa planta seguía siendo bella. Sí, cuando pinchaba, sin flores, y yacía convertida en un rastrojo entre las piedras, indiferente. Seguía siendo bella porque estaba viva, aunque se perdiera la admiración con que la contemplaron, pues ya no era apreciable su color ni su fortaleza. Ya no estaban las flores. Supongo que te olvidaste de todas las veces que brillaron.

Y así, se secaron las ilusiones con las que prometiste alimentarlas. No te hacían feliz, y las apartaste, en busca quizá de un jardín que no alterara tu vista ni tu futuro, que no te mirara a ti cuando querías mirar hacia delante. No lo comprendiste en ese momento, pero sólo los girasoles cambian su rumbo con el sol.

Sin embargo, es difícil contarle a un cactus que va a morir, porque le prometieron nacer para siempre. Sobrevivir, ante la lluvia o la nieve, aunque queme el sol y arranque el viento: seguiría. Así que tuvo que darse cuenta sólo, mientras se ahogaba, y seguía lloviendo, y se ahogaba, y se ahogaba...

Quizá por eso, se regalen rosas. ¿Te acuerdas que nunca quise? Pues ahora lo entiendo. Mueren rápido, pero son hermosas, increíblemente hermosas mientras viven. Y sin embargo, nadie regala rosas pensando en su eternidad. Ahí radica su más pura esencia, pues ya avisan: nada es permanente.

Por eso yo, en un alarde de amor propio, me he regalado flores. No son rosas, no son las más bellas; son pequeñas, quedan decenas de ellas por descubrir, pero todas son diferentes. Las esconde una gran maleza de hojas que hacen casi inapreciable su esplendor si no las observas con paciencia. No tienen pinchos ni barreras, crecen desprotegidas y son frágiles, quizá desconocen el dolor de tener que mantenerse imperecederas. Las amo, porque mis flores no son perfectas, no vivirán para siempre. Pero cada una que se abre y nace es una promesa de vida.


Fortuitamente, cuando no las observo, florece una más.




Enciendo la mente. Dan pronóstico de lluvias.

Apago. Pienso: "Con este frío, va a helar".

Asiento. Y nononono n o n o quiero n o entiendo-en-ciendo peroperopero acabocediendo.

Ahora hay anuncios.

"Marta es cliente Día y ya tiene su tarjeta de fidelidad, ¿a qué esperas para conseguir la tuya, 
zorra promiscua?"
"Vehículos de ocasión. Vende tu Seat Altea y llevate una depresión ¡completamente gratis!".
"¡Si llama ahora le devolvemos sus sentimientos al precio de uno!".

No hago caso. 
Sigo pensando en si debo o no limpiar el polvo.
¿El de su casa o el de la mía?
Ment     -ira.  
E S M E N T I R A.
No quiero que rime. hoy no es bonito.
y
aun
así
R I  M A M Orque estoy hablando de ti.

En ningún lado venden bombonas de oxígeno de marca blanca. 
En ningun lado compran mi hambre de segunda mano servida en primera. 
Y en todos sitios hay stock de siluetas de carton-piedra para el caballero y la poligonera. 

Hoy el viento y yo hemos tonteado para no-cenar 
y me congelo 
y no siento ni los pies ni el alma ni el cerebro
ni el muslo ni la lengua ni el gemelo
ni la cosa ni el bicho por el putísimo invierno. 
(Inviernillo no, que no lo quiero).

No tengo sentido y no me apetece que lo busques,

como con las cosquillas o tirarse de un puente.
como un budista follándose a un genocida.
como con andar de cuclillas por fuego ardiente
para no despertar a la princesa que está dormida
y sueña con el calibre de una A.K.A 47.

no tengo remedio y ¡no hace falta QUE lo busssssques!
¡¿O esssso quieresss? 
Puesss que trissste eressss. 
SSSSSSSigo diciendo mierda para no hablar de verdad,
¿has visto que bien se me da?

(quita que ya lo hago yo, 
si quieres que se hagan las cosas bien hazlo tú mismo 
porque luego siempre me fallas hasta cuando 
te fallo yo llo yo (l)loverá mañana quizá).

DECÍA que a qué voy yo y lo encuentro
porque mi dignidad y mi respeto, 
mi suerte y mi mes de enero se están ahogando por el nudo de mi garganta.
muriendo muriendo y a ver si lo mato.
que ya demostraré mi inocencia dentro de un rato.
ahora que estoy muy perra y no tengo gato creo que el recato
 es una gilipollez
 aunque me guste la lencería fina.


"Fin de los anuncios. Seguiremos informando".


Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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