Frecuentemente, a los insensatos con hambre se nos llama valientes
por ser los únicos tan estúpidos como para querer comernos el mundo,
por disfrutar de la ceguera voluntaria que nos evita ver el riesgo inminente 
de siniestro contra un muro de dudas.
¿Yo? Yo ya lo sé, tengo la intuición estropeada a base de errores,
de relatos de terror que concluyen con un "fueron felices y comieron perdices"
que dejan por los suelos al peor de los monstruos.
Lo dije ayer, busco desesperadamente al que entienda mis auxilios entre sonrisas,
para que me explique por qué yo, por qué nadie.
Mientras, seguiré rompiéndome a equivocaciones disfrazadas de ojos verdes,
consolándome con dormir junto a su abrazo indestructible,
convenciéndome de que esta boca será la última,
de que mi hogar son sus brazos;
de que al menos esta noche
     es amor 
y no miedo.


Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
Twitter Facebook Dribbble Tumblr Last FM Flickr Behance