M.R.

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Parecía que el aire cambiara cuando Elle se acercaba. Era como si la calle supiera que la reina de las esquinas se aproximaba... La "Pretty Woman" de París. La aspiración de los vírgenes jóvenes, la lujuría de los cuarentones casados, y  las fantasías de los ancianos.
Elle no tenía excepciones. No discriminaba bolsillos.

Y Jota miraba el reloj, observándola pasar. Esos zapatos negros de tacón de aguja iban de estreno. Elle; tan puntual como siempre, y tan bella como nunca. Sabe que Elle jamás se fijó en su presencia, aunque ya eran tantas las veces que la fue a ver, que había perdido la cuenta. Y también sabía, que la seguiría hiendo a ver eternamente. Cuantas veces soñó con esas piernas de vértigo, entre sus sábanas. Cuantas noches paso en vela, fantaseando con acariciar sus manos. Con esa boca resbalosa y juguetona. Con esos ojos, que en el fondo, denotaban tristeza. Elle era... Elle. Y no tenía palabras que le hicieran justicia.
La amaba. Sí, la amaba y no la conocía.

Por supuesto que no era amor a primera vista. Hoy se hacían dos meses desde la primera vez que la vio pasar por Bd de Clichy, dirección Moulin Rouge, su esquina.
¿De quién sería hoy el bolsillo del afortunado?

Un coche paró frente a ella, y tras un minuto conversando con su conductor, Elle abrió la puerta trasera, y se montó. Jota observó el vehículo marcharse hasta que se mezclo con las luces de la noche, y se hizo imperceptible.

Ahí acababa su trozo de soñado paraíso para él. Por esta noche, claro.



Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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