cuando venció al vértigo; me regaló un pincel y un espejo.
Pensé:
-Puedes pintarte flores.
Píntate la sonrisa que vendiste
a cambio de la estabilidad,
Pintarte triste.
Píntate heridas,
Llena tus manos de caminos y
Avísales del daño que causa
El terciopelo herido.
Píntate bella, corazón.
Píntate sin arañazos y sin metal.
Píntate alas nuevas,
No digas que son de cristal.
Píntate valiente, mi vida.
Píntate las dudas y di que no están,
Píntate libre y volando
Aunque te ahogues de mar.
Pero algún día, tendrás que mirarte,
y no habrá flores ni llagas,
ni a donde escapar.
Algún día, tendrás que escucharlo,
y no habrá excusas fugitivas.
No habrá.
Abandonaré ese pincel, lo prometo. Cruzaré el abismo, robaré el fuego.
Pero hasta entonces, el reflejo se escucha partirse.
Y yo sé que cuando se rompe, nunca te mira igual...
(Si te rompen, nunca te miras igual).