¿Quieres ser actor? Pues empieza riéndote de tus errores, de tus defectos, y de todo lo que no te guste. Conviértelos en tus virtudes. Comienza a dejar de amargarte al pensar en toda esa gente que se burla enmascarados desde atrás o valientes desde delante, puesto que el propósito final es el mismo, hacerte sentir un mal actor de esta obra que tu improvisas a cada instante. Piensa que ellos solo son espectadores. Ellos no viven tu vida, solo la observan desde afuera, y tú, tú eres tu propio protagonista.
¿Preferirás entonces, esconderte también tras una máscara durante el resto de tus escenas?
¿Dejarás de vivir, por lo que otros seres vivos puedan hacerte?
Recuerda también que no siempre serán los mismos los que te miren, y aunque algunos sean difíciles de llevar, otros se convertirán en el más maravilloso de los públicos. Aplaudirán cada hazaña, y llorarán cada desgracia. Y sí, también reirán, pero está vez contigo, y no de ti.
Sin embargo, seguirás siendo TÚ eres el personaje principal, y deberás centrarte en ti, (ya que la audiencia es efímera, y por lo general, va y viene) en el que realmente vive la historia, tu vida. Porque la vida es comparable de una obra de teatro, de miles y millones de actos...
Esto me hace pensar que, definitivamente, cada problema tiene varias alternativas, y jamás hay una única opción. No implica eso, que la cómica siempre sea bella, o que la opción más trágica la más complicada, al contrario, suele destacar por ser sencilla, necesaria de poco esfuerzo, y por ser la más elegida por vagos o villanos. Y aunque tarde, el final siempre es amargo para su protagonista.
Asi que recuerda que solo tú, ( ni tu madre, ni tus amigos, ni tu profesor, ni tu familia, ni tu psicólogo, ni tu entrenador, ni tu hermano o hermana, ni tus compañeros de trabajo, ni tu perro, ni nadie) eres el encargado de decidir cual va a ser tu historia.
Así que dime... ¿Comedia, o tragedia?
