Otra noche vacía en la que ni la luna
me conmueve, y no.
La misma cama sin su tacto,
El mismo monstruo del miedo que
me persigue a cada paso,
que solo me visita en el ocaso,
cuando mi cuerpo se abandona
a la victoria del fracaso
y al pedacito escaso que me queda de ilusión...
Y aunque miro, al frente en cada desafío
es difícil caminar
cuando no me fío ni de mis pies.
La cara de mi asesino lento
en el espejo observo
sabiendo que la condena es saber:
Que no hay amnistía para el presente,
la única cadena perpetua es la mente,
Y a la mierda la gente
si no lo pueden ver.
Es otra discusión sin conclusión,
otra herida que se abre pero
es el mismo corazón,
que llora.
Porque no sabe sonreír al mundo sola
ni enfrentarse o levantase
porque añora.
Ahora.