Flores (II). Van Gogh.

| |
No es novedad para nadie que me conozca
que toda la vida me he sentido flor.
Existe un vínculo especial entre ellas y yo
entre su fragilidad y la mía,
entre la belleza del impulso sin miedo
Salvaje e inexplicable.

Es por eso que nací en primavera,
En abril, abriéndome con la flor de cerezo.
Mirándola porque es la primera
Con los nuevos cantos del renacimiento.
Pequeña y tímida asoma de entre la aspereza,
entre las cortezas que el frío heló.
Pequeña y tímida, pero promesa,
chiquita y humilde va anunciando ilusión.

En verano, me nacen ojos de girasol,
y aún si la tierra es dura yo miro a la luz
porque esa es mi naturaleza.
Basar la vida en la esperanza y sonreírle
a cada amanecer.
Rígida y firme a mis raíces yo voy,
incluso agradeciendo la lluvia,
Mirando al sol para poder crecer.

Otoño es difícil porque me visita el contraste
llama a la puerta la muerte, recordando el instante.
La hoja cae cuando no te das cuenta
aunque antes se vista elegante.
Entonces me miro en las rosas,
entre las astillas que hieren la sangre,
entre la más hermosa de las oportunidades
entre la lucha de enfrentar
la caída sin el desastre.
Entender la belleza de mis espinas
es la más hiriente lucha constante.

Como las flores, van ya dos inviernos marchitados.
Me envuelvo con la melancolía seca de mis lamentos,
deseando escapar de un ciclo que me atrapa pero
que no elegí,
que no deseo.
Aprender a vivir con una herida nueva cada vez
porque ha jugado con mis pétalos hasta hacerlos romper,
porque han arrancado mis hojas hasta la asfixia.
Aprender a vivir sin ciertas personas
es aprender a vivir sin un pedazo de tu ser
pero, a fin de cuentas, es aprender.

En cada invierno que en el jardín crece la duda,
recuerdo a Neruda y me nacen respuestas:


 “podrán cortar todas las flores,
pero no podrán detener la primavera”.





Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
Twitter Facebook Dribbble Tumblr Last FM Flickr Behance