Turner.

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Inconscientemente, un día nuestra vida pasa a ser una nube.

A la corriente del cielo, caminando a paso lento;
Adoptando todas las formas que le exije el viento.
Volátil, como quien vive con la ausencia
del impulso de la meta que te arrime los sueños.

Nube de absurdo, nube etérea;
yo no quiero que mi recorrido sea inapreciable
y al pestañear desaparezca.
Nube etérea, nube de absurdo
yo me niego a que le arranques la voluntad férrea
a lo que más querré en este mundo.


 No se puede obligar a una nube a dejar de serlo. Las almas de las nubes suelen ser vaporosas e indecisas. Tras su gran armazón algodonado, se oculta vacío y lluvia. Y sólo cuando entras en una,  entiendes al que llora por niebla.

Pero.

Cuando sabemos dónde vamos, corremos.
Con el ánimo fiero de un tren, corremos.
Y cada bache se convierte en parte de la vía;
los errores, lecciones; los aciertos siempre aciertos.

Para esas ganas de devorar la vida
necesito abandonar su lastre y mi equipaje.
Sólo requiero una sonrisa.
Como un tren, iré, rechazando la deriva.
Atropellando a todo aquel
que se interponga en mi poesía.

(Es el trayecto de mi vida).




Alexia Gómez. Con la tecnología de Blogger.
 
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