Todas las veces que miraba tus fotos, que leía tus textos,y que mientras más me enamoraba, más odio invadía mis pensamientos. Pero eras tan... tú. Esa persona tan diferente que destacaba entre el resto, esa "sonrisa", esa forma de pensar que enloquecía mi cabeza hasta el punto de no poder creer que existiera alguien tan especial. Pero es que no existía.
No existía, y posiblemente no exista, porque recuerda, te defraudó. Y aun así, tu corazón le sigue perteneciendo, su recuerdo continua en tu pecho grabado con fuego, tan ardiente y tan fuerte, como el odio que tu alma (o de nuevo, ¿será lógica?) pretende que le tengas.
Hasta entonces callaré en secreto el debate que tengo conmigo, con yo. Porque, ¿Quién más podría entender qué, después de todo, siga amándote en silencio?
No somos tan distintos. |